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  • Amor Fati: La Fina Linea entre la Aceptación y la Conformidad

    Amor Fati es una frase en latín que significa “amor al destino” y nos invita a aceptar y amar lo que la vida nos presente, sin importar las circunstancias. Se ha popularizado recientemente gracias a la serie estadounidense White Lotus, pero sus raíces son profundas: pertenece a la escuela del estoicismo, ofreciendo una perspectiva donde cada situación —positiva o negativa— se convierte en un escalón hacia el crecimiento intelectual y espiritual. 

    Como dominicana, he adoptado esta filosofía desde siempre. Desde niña aprendí a dar gracias a Dios cada día por el regalo de la vida. Un dominicano podría relatarte la peor circunstancia de su vida y, sin embargo, concluir con un “…pero estamos bien, gracias a Dios”. Esa resiliencia es, en esencia, amor fati en acción. 

    Amor Fati no solo nos insta a actuar desde la aceptación activa, sino a ir más allá: no se trata solo de aceptar la lluvia, sino de bailar bajo ella. Sin embargo, es más fácil decirlo que practicarlo. Personalmente, esta filosofía ha desafiado mi miedo a la conformidad y la negación, las cuales solía confundir con tener fe. 

    A veces estamos tan desconectados de nosotros mismos que nos conformamos con situaciones que no nos benefician, ya sea por validación externa, creencias religiosas o patrones de crianza. Pero si algo he aprendido mediante la metafísica y los conocimientos esotéricos adquiridos a lo largo de los años, es que la línea entre conformidad y aceptación se traza con intención. 

    Si no estás consciente de la intención detrás de tus acciones, operas en modo automático y vives en conformidad. Esto genera estancamiento y, eventualmente, te sentirás como un hámster en una rueda. Amor Fati propone que la intención al aceptar una circunstancia debe ser transformarla. Pregúntate: ¿Qué aprendí de esta experiencia? ¿Cómo puedo usar lo aprendido para crecer? 

    Esta filosofía me ayudó a superar relaciones fallidas, de las cuales aprendí a ser una mejor pareja, establecer límites y definir claramente lo que quiero y no quiero en una relación. También me permitió procesar de manera sana el fallecimiento de mi padre. Su ausencia física aún me duele, pero agradezco haber tenido a una persona tan especial como figura paterna. 

    Amor Fati no es un consuelo filosófico ni un “peor es nada”; es un llamado a vivir con intensidad. Se trata de alquimizar el sufrimiento, convirtiéndolo en una brújula que guíe tu crecimiento personal.

  • El Arte de Hacer Nada

    Un contraste entre la vida en un pueblo dominicano y una ciudad estadounidense

    Haber crecido en un pintoresco pueblo dominicano me regaló recuerdos indelebles, como aquellas tardes en las que nos sentábamos en la galería de casa a observar el ritmo pausado de la vida. Vivir en una casa ubicada en la calle principal tenía sus encantos: ser testigo del ir y venir de los vecinos, saludar a todo el mundo y sentir que formabas parte de un tejido social vibrante y cercano. En mi pueblo, el tiempo parecía fluir de manera distinta, y el descanso no era un lujo, sino una parte esencial del día.

    Uno de los contrastes más impactantes al mudarme a una ciudad estadounidense fue descubrir cómo el ocio aquí es algo que debe ganarse. Parece que nadie se permite un momento de descanso sin sentir cierta culpa, especialmente si no se han cumplido todas las tareas pendientes del día. La mentalidad de 'siempre hay algo más por hacer' domina la rutina, y el descanso se convierte en un privilegio en lugar de un derecho.

    En cambio, en mi pueblo, el descanso es sagrado. No importa si el día ha sido productivo o no; siempre hay espacio para una pausa, una siesta o un momento para discutir algun chisme.

    Recuerdo una anécdota que siempre me hace reír y reflexionar al mismo tiempo. Tenia cuatro años fuera del pais, y al haber regresado todos me llamaban 'gringa' y 'rubia' a pesar de mi pelo negro azabache. Eran las 2:00 PM, el calor era intenso, y mi cuerpo clamaba por una 'vestida de novia' (una cerveza bien fría). Sin embargo, había olvidado por completo que, a esa hora, todos los colmados cierran para la siesta y no reabren hasta alrededor de las 5:00 PM. Me encontré en medio de una calle desierta, bajo el caracteristico sol abrasador de mi querido Duverge, frunciendo el ceño al darme cuenta de que no había un solo establecimiento abierto donde saciar mi sed. Al final, no me quedó más remedio que echarme agua en el cuello y unirme a la tradición local: tomarme una siesta.

    Esta experiencia me recordó una frase italiana que aparece en el libro Eat Pray Love y en su adaptación cinematográfica: ’l Dolce Far Niente', el arte de hacer nada. Se trata de disfrutar plenamente del momento presente, sin preocupaciones ni pendientes, permitiendo que nuestros cinco sentidos se deleiten con el entorno y las personas que nos rodean. En mi pueblo, este arte se practica a diario, sin necesidad de justificaciones.

    Y tú, ¿cuándo fue la última vez que te permitiste hacer absolutamente nada, más que simplemente existir y disfrutar del momento? En un mundo que nos empuja constantemente a ser productivos, quizás sea hora de recordar que el descanso y el ocio también son parte esencial de una vida plena.